«Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento».
– Eleanor Roosevelt –
La autoestima es el conjunto de percepción, valoración y sentimientos que tenemos hacia nosotros mismos. También es saber que nos podemos equivocar y eso forma parte de crecer como persona. Para ello es necesario aceptarnos incondicionalmente, con respeto y con amor.
Como padres y educadores tenemos la responsabilidad absoluta de fomentar la autoestima en los más pequeños. Esto es algo que se construye día a día, que se riega como a las plantas y que se puede romper en pedazos de un momento a otro con una simple y sencilla frase si no contamos con las herramientas necesarias.
Desarrollar capacidades como la confianza y la aceptación nos ayudarán a tener una sana autoestima. Para esto es necesario conocer nuestras fortalezas y debilidades; nuestras virtudes y defectos.
Algunos expertos afirman que tener una baja autoestima puede conducir a los niños hacia problemas de depresión, anorexia o consumo de drogas, mientras que una buena autoestima puede hacer que una persona tenga confianza en sí mismo y en sus capacidades, sepa decir “NO” cuando no se se siente a gusto con alguna situación o persona, poniendo por delante sus valores y principios.
Teniendo en cuenta que la etapa infantil es la más importante de toda nuestra vida es con ellos, con los más pequeños, con quienes tenemos que trabajar con más empeño y continuar esforzándonos durante la adolescencia.
Pero, ¿cómo lo podemos hacer?
Valorar a nuestros hijos: la imagen que tenemos de ellos es fundamental. Que ellos sepan con seguridad que papá y mamá les aman por lo que son de manera incondicional. Que su valor no se mide por las notas que sacan en el colegio, por las cosas que hacen bien o mal, no. Ellos valen por su esencia, por lo que son como seres humanos.
Poner límites: los niños necesitan tener unas pautas que les guíen y les orienten en el proceso de crecimiento. Como padres debemos marcar esos límites. Por tanto, es importante saber decirles que “NO” y corregir sus errores en privado desde el respeto y el cariño.
Fomentar la autonomía: cuando los niños se sienten capaces de hacer cosas por sí solos crecen en autoestima. Que se vistan solos o involucrarlos en actividades cotidianas del hogar como poner la mesa, recoger el lavavajillas, regar las plantas, ayudar en la cocina, etc. Son actividades que, además de disfrutar, les permite desarrollar una buena autonomía.
Balance: como todo en a la vida, el equilibrio es importante. No debemos caer en elogiar a nuestros hijos en exceso porque puede tener el efecto contrario y, puede pasar que no se lo crean o que se vuelvan dependientes de la aprobación de los demás.
Validar sus emociones: tendemos a responder “¡no pasa nada!” y no es así. Sí que pasa algo. Por alguna razón está llorando, asustado o enfadado. Escucharles es muy importante.
Cuidado con la sobreprotección: a veces, sin darnos cuenta, caemos en proteger demasiado a los niños. Queremos hacerles la vida más fácil y no queremos que sufran. Pero debemos entender que los niños necesitan tener sus propias experiencias en la vida. Tienen que caerse, aprender a levantarse, sacudirse y seguir adelante. Confiemos en sus capacidades.
Preguntarles ¿qué te gusta de ti?: esto tiene mucha fuerza y potencia. Les lleva a mirarse por dentro y por fuera, a encontrar cualidades positivas, a destacar sus fortalezas, a valorarse a ellos mismos con amor. Es muy interesante y divertido escuchar las respuestas de los niños en las diferentes edades. Incluso, hay niños que no saben qué contestar o les da vergüenza expresarlo. Esta pregunta puede resultar muy útil y pienso que deberíamos hacérnosla también los adultos de vez en cuando, porque nuestra autoestima también es importante.
Por Clara Priede (Enero 2020)